lunes, abril 14, 2008

Todos los besos, el primero





Yo sospecho que una buena cantidad de las niñas aprenden a soñar con ese día, con ese vestido, con ese sujeto y con todo ESE evento. Aprenden... es un decir, bien sabemos que los pequeños aprenden en buena medida viendo hacer a los adultos que les rodean.

A mí me rodearon adultos muy singulares. No puedo decir si fue malo o bueno lo que ví y viví, pero en tema de bodas, novias y sueños (que cursi, como un local que quedaba por mi casa) básicamente nunca vi un gran escenario a su alrededor.

Recuerdo que una vez como con 9 años una tía se casaba, y rapidito alguien me aterrizó cualquier asomo de cursilería explicandome que aquello iba a ser muy simple porque ya ella se había casado una vez por la iglesia y entonces a la segunda solo la podía casar un abogado. Así que no hubo desfiles, no hubo vestidos blancos (ni siquiera recuerdo que vestía ella como alternativa), no hubo ramos de flores. Hubo boda... pero en fin...todo el olvido que yo guardo alrededor de la única boda de la familia en años lo interpreto como el preámbulo de un gran fiasco.


Uno de mis mejores actos de fe debe ser el de la boda de mis papás. Se casaron en lo que sospecho fue una boda muy hippie en la casa de mi abuela, con una ceremonia dirigida por un cura que a la fecha es recordado con la etiqueta de comunista. Mi mamá según se dijo siempre, en un acto de autoafirmación y rebeldía se casó con un vestido de flores rojas ... del cual se conserva una exacta cantidad de cero fotos. La única prueba de cambios en el estado civil son los papeles oficiales que así lo certifican.

Mi abuela se casó alguna vez en Santa Ana en lo que debe haber sido una ceremonia muy sencilla... o estoica como fue todo en ella.

Mi tía Lina, según entiendo o quise entender, tampoco se casó (casarse así, con invitados y fiesta) sino que apareció casada un día de tantos porque tenía que irse a hacer su residencia médica a Nicoya con el novio... ahora marido.

Una buena cantidad de las primas de mi mamá fueron aterrizando con otro estado civil y sujetos de nacionalidades exóticas, conforme fueron regresando de estudiar por las calles del mundo.

La falta de fotos, me generó una cuiriosidad (perversa seguramente) por las fotos de las parejas que se asoman en las casas, justo por lo ajeno de todo el asunto.

Y así eran mis juegos con los muñecos -yo confieso sí, que he cometido varios pecados de la cultura pop, y alguna vez me reuní tardes enteras con mis amiguitas a jugar con barbies y kenes...- un espejo: la gente aparecía en el escenario muy en su vida familiar. No recuerdo que las bodas o los novios fueran tema. Es más no habían besos (¿cómo? ... con unos muñecos que tienen toda posibilidad de vida sexual anulada...)

Para rematar, alguna vez en la universidad una amiga se soñó con un matrimonio colectivo, en donde de 4 que éramos, yo acababa con el sueño cuando unos momentos antes me quitaba todo y me iba a recorrer el mundo.

Con todos estos antecedentes, en los que una boda pasa a ser, no sé, algo que ocurre como si fuera cualquier cosa y no hace falta documentarlo (para muestras mi memoria que no recuerda nada en este tema) comenzar a imaginarme en un vestido fue extraño: nadie que me conozca, ni siquiera yo misma me habría imaginado con vuelos, ramos de flores, collares de perlas y encajes que pican.

Afortunadamente, la foto del vestido perfecto existía. Y existía cerca alguien que conocía a la persona capaz de reproducirlo viendo una solo foto.

Existe también, el novio adorable que supo entender que no era posible hacer una boda siguiendo fórmulas y recetas, sino que teníamos que inventarnos las cosas, aunque a la gente le parezcan raras. Entender que yo no podía dar una invitación que dijera solo fecha lugar, hora y teléfono para confirmar asistencia, que en una invitación se le puede hacer un regalo a los invitados y que en los arreglos de flores se pueden hacer con frutas tan cargadas como las manzanas.

Existen también estos invitados despoetas (ahora anti-invitados) que miraron el papel con cara de ¿qué es esta cosa? (¿qué les costaba poner fecha lugar y hora en vez de toda esta parla?), que nunca se dieron por aludidos con el regalo o peor todavía: los que pensaron que nosotros dos funcionamos como un banco que cobra intereses y solo se puede participar a cambio de un chunche fino.

Menos mal, los más, son los invitados queridísimos, de los que dijeron que iban aunque no diera tiempo de vernos antes para entregarles el "papelito", a cambio de que lo guardáramos, para luego enmarcarlo (aun sin saber que era).

Ahora todo hace tic tac... Todo va en cuenta regresiva y mientras unos me saludan con un taaaan tan ta taaaaaaaaan, todo lo demás parece diluirse mientras el Inge y yo nos sintonizamos con el inicio mágico de este gran intento.


sábado, abril 05, 2008

Sueños de una novia en cuenta regresiva


Hasta hoy, no creía que fuera cierto que estas cosas pasaran... pero en sueños soy testigo de que a 15 días del evento, el universo se mueve y hay muchos cajones que dejar acomodados antes de que todo ocurra.


1:48 am Estoy despierta. En el departamento de arriba alguien piensa que es oportuno el momento para tomar una ducha. Abre la puerta y grita a todo galillo que no tiene agua caliente.

Me duermo al cabo de lo que calculo que es una hora.


1.

Thy, Who Shall Not Be Named me llama (guat?) y pregunta que si todavía tengo aquel plan. Respondo que sí y que se lo puedo ir a dejar a su casa. Por supuesto que el Inge me acompaña y conduce hasta esta calle que es otra y no aquella que fue, y por donde pasamos cada vez que visitamos a la Humimadre. El sujeto sale para que yo le dé el plan con los papeles que llevo en un folder y yo, me bajo del carro, vestida como cualquier día, le entrego aquello y le explico, dejátelo, no es nada. Te lo regalo. Nosotros lo íbamos a usar para la casa que queremos, pero nos decidimos por uno más grande... vos sabés, este es como sencillito, como para comenzar por lo básico. Me mira con unos ojos apocados. Se acerca para despedirse con un beso en la mejilla. El pelo corto, por muy moderno que sea el corte lo deja sin ningún atractivo para mí. Se reduce la distancia y compruebo que es exactamente como un Sansón venido a menos, se encogió incluso de estatura y yo me agacho para que pueda alcanzar.

Al inclinarme veo que llevo puestos los tacones del vestido de novia.


2.

Alguien viene a verme y me trae un folder (nadie dice que anda mi cerebro como atacado archivando cosas en estos días). Saca unos papeles y me enseña lo que recientemente le ha escrito su esposa. Me pide que las lea y le explique (es decir, que opine). ¿ Y desde cuando escribe su esposa??? No me hubiera imaginado que le daba por ahí. (¡PLOP!). No es como del tipo que escribe sus cosas. Las leo y me da mucha pena ajena. En efecto. No le sale nada bien. De viaje no es lo suyo. Son terribles. Cursis. Naive. Y dan cuenta de una mujer que se perdió de ver un montón de cosas observando y recorriendo las calles del mundo. Hay uno en particular, que en ese momento quiero memorizar para luego contar que tan terrible es... algo así como un poema muy malo lleno de inqueitudes respecto a la sexualidad y la sensualidad. Comenzando porque no entiende la diferencia... Ni una chica Cosmo en sus peores días. Trato de ahorrarme las palabras, que serían nefastas, un decirle que esas cosas solo puede escribirlas quien llegó hasta donde llegó sin observar y sin vivir nada de lo que hay que vivir para crecer. Prefiero decírselo con una mirada.

De repente la mirada se escucha, y es una voz lúcida que dice: Esto que te está enseñando no lo escribió su esposa. Lo escribió ese yo tuyo que ahora solo es una muerte. Esas son las palabras de la mujer que hubieras sido si hubieras estado para convertirte en mujer de zapatos color rosa.


3.

Las pesadillas de Bridezilla. Me levanto hoy en la mañana y me dicen que debo alistarme. Asumo que se trata de un simulacro, hasta que todos a mi alrededor pierden la noción de la realidad. Como mi vestido no está listo, llevo puesto uno que es perfectamente color blanco y que odio. Como no es el día no hay quien me peine ni me maquille, así que lo hago yo misma en un camino sin espejos. Todo es un desastre y el vestido blanco muy blanco queda manchado con sombras rosadas. Mi pelo va recogido en una cola, como no tiene el largo suficiente, se sale por todas partes. En la iglesia nadie sabe nada, no hay invitados, no hay cura que haga el rito. Alguien se da cuenta de que es la iglesia incorrecta. El Inge cae en la confusión y pregunta que porqué tanto desarreglo de mi parte. Trato de recordarles lo que dice en la invitación VIERNES, escuuuuuuuuuuuchen, Maaamiiii, Humisiiiiiis ... alguien que me de pelota, esto no puede estar pasando hoy, es un desastre leeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeaaaaaaaaann decía VIERNES 18 y es en Heredia no en Sabanilla.... Comando Marañón: jeeeeeeeeeeeelp!!!!


Despierto.

Le prometo al Inge que no vuelvo a robarme su lado de la cama porque el tampoco durmió bien. Soñó con La Pequeña, convertida en una adolescente de pesadilla, cuyos ojitos le hacían perdonarle su listado gigante de tortas en dos segundos (todo es mentira, ambos sabemos que serás hermosa cuando vengas a quedarte).

Promento que en los próximos 15 días no me vuelvo a tomar un capuchino a las 5 de la tarde.