lunes, julio 28, 2008

El mar de Yuyo Sapiens






De Yuyo, ya había escrito hace más o menos dos años. El año pasado nos invitó a su tercer cumpleaños. Hace poquito cumplió cuatro, y sigue creciendo en rosas y encantos. La semana pasada la trajeron a llenarse de mar y no me perdí la oportunidad de irlas a ver (a ella, y a la madre iridiscente, ahora convertida en comadreja)... bueno es un decir lo de llenarse de mar... estos hoteles familiares para descansar de la vida moderna inventan tantas cosas para distraerlos a todos de la misma vida moderna que de último en la lista se queda el amor al mar, que no tiene azulejos celestes, no tiene burbujas, ni la temperatura controlada, ni show's de payasitos, ni bailarines que ensayan sus coreografías por varias horas.


Fuimos a dar una vueltita por la playa y no pudo más que patalear y berrear. Estaba absolutamente convencida de que el agua nos iba a robar, a pesar de todas las explicaciones que su abuelita le dio; incluyendo la que le decía que no iba sola, que no solo era afortunada de que la acompañara mami, abuelita y tía Humito, sino que también la acompañaban los angelitos que la cuidaban a ella; más los angelitos que cuidaban a mami, a abuelita y a tía Humito.
Brincó y pegó todos los gritos hasta que dejamos de tocar arena y oír las olas. La explicación oficial, se basó en la nutrición y en las cantidades de azúcar que se había almorzado.

A mí no me bastó, así que ya con el panorama desde lo alto le pregunté:
-A ver Yuyito, contáme porqué es que no te gusta el mar?
Como buena princesita, me mira y responde mi pregunta con otra pregunta:

-¿Qué es eso que se ve ahí color piel?
-¿La playa?

- ¡Noooooo!!! Allá color piel...

-MMMmmmm... ¿la montaña pelada de árboles decís???

-¡Noooooo eso es café!!! Allá color piel...
-Esteee mmm... ¿la isla pequeñita???
-¡Noooooo!!! Allá color piel...

-Ah, ¿la espuma decís??? Es la espuma del mar. Es que a veces adentro del mar hay cosas y las olas también revientan antes de llegar a la playa, ¿ves?...

Me sigue mirando con dudas.

-Mirálo bien. Es hermoso. Lo que te pasa es que todavía no te has enamorado del mar.
Se queda viendo con toda la concentración que le permiten sus 4 años. -Ve: tiene todos los colores. Pedacitos azules, turquesa, verde, a veces es café porque se revuelve la arena; y a veces es tan transparente que te metés y te podés ver los pies cuando caminás.
-¿Y también es rosado???

Su mamá suelta las carcajadas. Yo respondo para no matar cualquier posible amor porque nunca tuve dudas de que ese era su color favorito:


-Bueno Yuyo, yo sé que ese es tu color favorito, nunca lo he visto muy rosado, pero estoy segura de que en el fondo del mar hay muchas cosas rosadas: corales, pecesitos y algunos bichillos.

Cuando ya me había despedido, me acordé de que sí lo he visto rosado, por ratitos, pero que si hay rosados en los mares del amanecer y en los mares del atardecer. Me puse a buscar y me encontré varias fotos que mandé para que se las enseñen... así que a lo mejor el mar por bello se gana otra admiradora.






Al mar rosa de Key West lo encontré aquí Y buscando fotitos para mostrarle a Yuyo encontré con que también hay un lago rosado en Senegal, y un lago rosa en Australia!!!

lunes, julio 21, 2008

Comodín


Todo tiene un paisaje nuevo, donde ir hacia allá ya no es ir a la casa, es ir de visita. Ir para allá ya no es paseo, es la vida. Hay un montón de fragmentos que se me quedaron perdidos en estos tres meses, pero de pronto parece que lo imposible toma formas reales. No más La Gordis, no mas modificaciones burocráticas, no más pasos adolescentes en el piso de arriba, el comodín es mío y las reglas del nuevo juego también.

A veces un destino geográfico es el mejor regalo de todos, sobretodo si se trata de encontrarse con lados de un yo que se durmieron porque La Provence era no solo provenzal, sino absorbente y aburrida.

Si me lo hubieran dicho, no me hubiera creído que era posible devolverme al punto del círculo en el que las posibilidades comenzaron, solo que los colores del fondo del círculo me gustan mucho más ahora.

Reconozco que el permiso para la locura a veces me da dolor de estómago luego de tenerlo todo tan estructurado, y a la vez me reconozco mucho más cuando me veo al espejo con la ropa que me pongo estos días.



La carta vino de aquí