Un vericuento de 3.8km
El odómetro, ese útil dispositivo que mide caminos, indica que la distancia que se recorre entre el humihogar y ese nuevo espacio que ellas tienen es de 3.8 km
La geometría, más rigurosa y antigua que mi odómetro, dice que la distancia más corta entre un determinado punto A y un determinado punto B es una línea recta. Y a esta premisa siempre la acompaña un dibujito… (ahora, para distraerse dibujen en sus cabezas la línea recta para llegar de donde están a dónde quieren estar).
Tratándose de caminos, y más en este país, lo de la línea recta se pone cuesta arriba y lleno de huecos… pero doblando por aquí y entrando por allá, tal vez haya uno que sea más largo que el otro, pero con menos presa, la cosa es que siempre se llega. Y siempre hay un atajo.
El atajo…mmm… el atajo es justamente el camino que no he querido medir, tratando de ahorrarme el disgusto de saber cuanta gasolina demás estoy gastando. Porque el atajo pasa por ahí, y aunque yo las quiera mucho, desde el día de la mudanza, y los que siguieron, me pareció que pasar por ahí 8 veces en un día era tentar demasiado al destino que bastante generoso ha sido hasta ahora. No solo era tentarlo, era jalarle el rabo y buscarle 5 patas.
Entonces, no decido que es peor (porque ni lo uno ni lo otro es positivo); el vericueto que doy para no tener que pasar por ahí, aunque ahí quede en el mejor atajo… o el vericueto mental que no encuentro, que eventualmente, algún día, cuando sea la más más de las más más en tomar atajos, me permita pasar por ahí, ahorrar gasolina, evitarme el brinco en el corazón y el firme deseo que ese lugar desata y que reza:
Por favor Justicia, Divina Providencia, mueve tus hilos ahora y si existes deja caer en este lugar una tonelada de mierda, y por si acaso el agua la lavara pronto, lleva también una tonelada de desgracia…
Lamento la desilusión que con esto provoco, pero en efecto, hacer yoga durante dos años y medio, contorsionarme y pararme de cabeza no me han inmunizado contra los malos pensamientos (por no decir que yo no he querido hacerlo).
Es algo aparentemente sencillo, pero apesta. Aunque yo sea otra, más fuerte y más yo, aunque el corazón este felizmente en otro lugar, sigue siendo como la cicatriz cuyo dolor se activa al percibir la presencia de Thy who shall not be named.
Tal vez me incomoda no por como se sienta el dolor y el brinco del corazón ahora, en el presente donde importan y protagonizan otros, me incomoda porque de cualquier modo cuando paso por ahí, y también cuando no paso por ahí - ya que el vericueto implica decidir concientemente que no quiero pasar por ahí-, me punza el recuerdito de lo vulnerable que yo era. En esos 3.8 km me regalo a mí misma el reflejo feo de lo que fui que no quisiera nunca haber sido.
Y el recuerdito, maldito e innombrable, se asoma en alguna de las entradas del camino largo, o del camino corto y saluda:
¡Buuuhh!!! ¡Aquí estoy! ¿Cómo qué no te gusto? Pues que pena, porque así de feo soy. Así me hiciste ser. No culpes al otro. Aunque ahora ya no seamos nada del otro. Aunque ahora ya no me quieras: Soy este que te hace irte por los vericuetos y que piensa estar hasta que deje de importarte. Si te vas por ese otro camino es tu asunto. Yo voy a seguir siendo hasta que olvides.
Hasta entonces.
8 comentarios:
me gusta la peculiaridad con la que escribís. me gusta en sero. le voy a seguir llegando.
mmmm que duro....y no serA mAs bien (digo yo) que el destino quiere que asesines el recuerdito pasando de una vez por todas por el atajito...quien quita te sale el recuerdito por media calle y podAs pasarle por encima :P
Como diriá mi abuela... "hay mija'"...
Justamente... concuerdo con Jaqui... a veces... lo mejor es asesinar el recuerdo... los demonios se hacen más débiles cuando uno los confronta... se alimentan del miedo... y aveces nosotros los hacemos más fuertes... al mejor estilo de Thy who shall not be named... que hasta parece garrapata buscando sangre...
Aunque que te diré... a mi me gusta ser medio masoquista y buscarme "demonios" con los cuales no hay forma de huirles del ahi...
Suerte my friend... y un abrazo...
lo que llaman una cicatriz keloide, de las que pican antes de llvoer, cuando viene frente frío o solo por gusto. Solo con más tiempo. Ni siquiera con la mentada baba de caracol...
Yo traté por todos los medios de expulsar un parásito, hasta que al final me rendí y dije: saldrá cuando salga. Inmediatamente salió porque se alimentaba de la energía que usaba en pensar en él. Espero que eso te funcione. Además, recordar con pena lo que una era no sirve de mucho, es como si visitaras una tumba para asegurarte que el muerto sigue ahí.
Bueno, lo que iba a decir ya lo pusieron las chicas, pero solo te cuento que yo creo que algunos, agradables o no, duran más en el pensamiento de lo que uno quisiera... aunque el atajo esté en desuso. Y el brinco de corazón... leí alguna vez que el cuerpo recuerda, más que la parte consciente, así que hay lugares, personas, olores, situaciones que siempre tendrán una repercusión corporal. Pero la cosa es darle cada vez menos importancia hasta que, como el mal olor, termine de desaparecer.
Qué tanto poder le estarás dando al recuerdito?
Concuerdo con los comentarios que están aquí arriba. Los fantasmas desaparecen muchas veces hasta que uno los enfrenta.
Yo tuve un fantasma que no solo me dolía, sino que se hizo novio de una de mis más cercanas amistades. Eso dejó de doler el día en que lo enfrenté.
El resto de fantasmillas que han llegado por ahí se han ido con el tiempo. Duelen por un rato, con los olores, los lugares, las personas, etc. pero con el tiempo pasa.
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