Palabras para explicar lo inexplicable
A veces escucho cosas que tardan días en terminar asombrarme. Sé que aunque no tenga mucha fe, hay días extraordinaros en los que una frase dicha con malicia explica todo lo imposible. Y de repente hay una explicación que sirve para cumplir los sueños más extravagantes.
Caminaba con los M&M's de bajada al río, en una finca a la que llegamos convocados por Ella-La Maestra, para ver las piletas donde no íbamos a bañarnos. Mi amigo M., se dio por invocado un poco por la fuerza de su esposa M., por la pereza de usar otro domingo en acomodar el nuevo apartamento, y porque en el fondo lo mataba la curiosidad y la gana de confirmar si era posible satisfacer su estomaguito con un almuerzo de puros platos vegetarianos.
Como él es ingeniero, aunque viva con una artista; vive aterrizado en el mundo de los hechos físicos. Cada cierto tiempo nosotras lo olvidamos, pero él es de los que se encarga de recordarnos que vivimos en un mundo con consecuencias: acción- reacción. M. jura que es tímido y no quiso que nos fuéramos en el bus con todos los demás porque no conocía a nadie. Para cuando bajamos a ver el río ya se había hecho famoso y feliz en el paseo (la dueña de la finca le vio la pinta de buen cocinero y le encargó encender la parrilla para los pinchos vegetarianos). A la mitad del camino la bajada muy bajada empezó a preocuparle, no porque dudara del paisaje que ponía el último punto, sino por la subida. Así que como todo hombre prudente que es, al cabo del tiempo necesario para estar, ver, respirar y antes del aguacero propició el retorno.
De vuelta entre una y otra foto, entre un paso y el siguiente, se fue quedando atrás, hasta que en una vuelta se quedó conversando (él, que tiene un problema de timidez) con un señor viejito que debe tener todos los años del mundo de cuidar la finca y que aprovechó la vuelta plana para descansar y tomar impulso. Por la conversada de pasos lentos nos alcanzaron arriba 10 o 15 minutos después, se perdieron de los brincos del venadito, y como M. llevaba la cámara, pues se perdió también la foto del venadito.
(Inserte aquí foto imaginaria de venadito pegando brincos bajando hacia el río)M. llegó con la lengua afuera, y les pescamos en esta conversación:
Viejito
¡Muchacho, gracias por esperarme y conversar conmigo! Ud. está tan joven, viera a mí cómo me pesan los años para subir esta cuesta...
M. (inhala aire para hablar)
¡Ay señor! ¡A ud. le pueden pesar los años... pero a mí lo que me pesan son los kilos!
El viejito se ríe cuando me ve a mí y a la esposa de M., y nos dice malicioso que
Poco a poco
una vieja sin dientes
acabó por comerse un coco
8 comentarios:
¡Tan lindo el ingeniero!!!! Es que la gente así se encuentra... ¿Cuándo era el paseo con el inge y su señora esposa que también es una maravilla?
Ja ja con el viejito! Le pesan los años, pero le sobra fuerza, sobre todo para enseñar lo que no se enseña en la escuela.
Un gusto leerte, te mando un haz de luz, ojalá y te ilumine.
Que lindo! me encantó el relato!!
Un gusto leerte como siempre!
Jajajaja! Vejez vs. gordura. Yo prefiero que me pesen los años.
Y es que el que se acostumbra a vivir sin dientes, luego puede morder más duro que ninguno...el que acepta lo años, los difruta, los vive y los agarra de frente...pero los kilos?
No comentaste como le fue al ingeniero con la vegetarianada. Refunfuñó mucho con mi disertación del tema :P
Interesante la forma de ver las cosas que pasan en la vida de uno.
A cuantos no pesan los kilitos, pero sno sabemos disfrutar de ese peso de los años :P
Sire: Verdad que sí... al final de cuentas resulta que son unos dulces los inges ;)
Haz: Gracias por la lucecita
Edmundo: y porqué no has vuelto a escribir?
Ale: Sí, que pesen que pesen pero bien bonito y bien vividos
Jaqui: no lo había pensado así... pero claro!
Sardina: NO conté esa parte porque no hubo tema. Había comida saludable para reventar de llenura. Ninguna protesta. Nadie volvio a comer hasta el día siguiente.
Caro: es que es un peso... pero es peso pluma si uno aprende a soplar fuerte!
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