miércoles, junio 27, 2007

¿Me regalás un traguito del tuyo???

Es la última semana de junio y como todos los años desde hace como 15, me acompaña el infaltable resfriado somático-mutante que me deja afónicaroncafónicaronca.

Es mediodía y en mi nuevo lugar corro por los pasillos con papelesimporantesdepersonaimportante, que pretende contratar gente importante (nota por si los conocen: busco alguien que sepa de danza y alguien que sepa de artes dramáticas y mucho de cine para ya, dispuestos a trabajar en La Provence y en la sede de La Provence en La Otra Provence, divos y divas del arte absténganse), aprovecho el vueltín por los pasillos de doña Byeza para pasar por mis medicinas, me las dan en una bolsita merecedora de mucha hipocondria. Siguiendo con el orden de los mandados paso al parqueo, saco el libro y se lo regrso alDepósito Provenzal de Información Clasificada en Estantes.

Regreso a la oficina y mi pequeño sindicato de díscolos está almorzando, me doy cuenta que no llevé almuerzo y que dos jarabes, 4 docenas de aspirinas y un antibiótico para cinco días no contabilizan en ninguno de los 5 grupos alimenticios (¿eran cinco?)

Salgo de nuevo. En la soda está Zuzu y aquel otro al que le tengo un recado. Me peleo con el policía de la comida que insiste en medir por milímetro cúbico cada porción que sirve. La mía se supone que es de verduras con pollo y otra de plátano maduro, pero yo insisto en que no veo el pollo por ninguna parte (5 milímetros cúbicos de pollo no me redondean para que me cobren 750 colones por la porción). El policía de la comida, como todas las veces que me quejo, sonríe feliz de ser la ley de los tuquitos de brócoli y responde: "Mi reina acuérdese que esa es la porción". La leoncita interior sale al exterior y le gruñe insunuándole que si ahí no hay pollo cómo es que me va a cobrar los vegetales Y el pollo que no se ve. Hágamelfavorysacalamitadelaporción y la vuelve a echar, pero acuérdese de incluir unos pedacitos de pollo, que hay muchos en la olla y no miden cinco milímetros cúbicos como ese que me puso. El policía debe pensar que se ve muy mal que yo haga berrinche con tanta fila y me entrega mi comida (con más pollo), sonríe y me desea muuuuybuenprovechoo!

Me siento a comer. La comida es de dos tendores y medio... En la sobremesa nos masticamos a la Bruja Esmeralda,

El pintor pregunta: ¿Me regalás un traguito?
Yo: ¿de qué? ¿de mi awakalyente???
Sapa de oro: ¿Cómo? ¿Ahora esto es mesa de tragos?
El pintor: No, no. Es que a vos te mandaron de los dos jarabes. Pero a mí solo me dieron este, que es para la tos y sabe muy feo. El que me gusta más es ese, el moradito. Regalame un traguito... ese es para descongestionar (y me alcanza el vasito que dan para servirse dos cucharadas de jarabe)
Yo: Ahhh... ok, servite. Yo de ese no quiero, yo no estoy congestionada, estoy ronca y además ese me da mucho sueño... que raro que no te mandaran de ese, si vos estás bien gacho, me quedo con el de la tos y ya. ¡Salud!!


Nos damos cuenta que todo concluye en una conversación entre dos enfermos (yours truly y el pintor) que refleja nuestro estado de salud, y nos reímos los cuatro porque perfectamente podría ocurrirnos otra vez en unos 40 años cuando los males (¿males?) de la cacrequez nos conviertan en expertos en dosis y sabores de medicamentos.

Desde la infancia la vida nos va preparando para la adultez, algunas veces con traguitos de algún jarabe amargo. En la vida adulta en un día de trabajo cualquiera, la vejez nos manda un saludito desde allá, donde respiraremos e intercambiaremos lo que sepamos sobre las medicinas que nos puedan aliviar la existencia, pero además el saludo viene con un recordatorio: Llega un día en que un resfrío no es algo relativamente ligero que viene y va en una semana. Así como llegó un día en que un resfrío vino y se fue por una semana, fue neumonía otra semana. Dejó un hueco ahí donde se respira y como para eso no hay cura, cuatro meses después se llevó a la Humiabuela cuando todos pensábamos que seguía siendo la misma. Para quitar ese dolor ningún traguito de los tuyos o los míos funciona ni de paliativo. Solo aquí puedo venir a contarle que ya respondí la pregunta que yo misma le hice hace un año un año cuando me tiraron al abismo de los inservibles y me cambiaron por el Cuajinais, que ahora todos los días escribo en las suelas de mis zapatos que yo puedo más que ellos y que yo solita me la jugué para ganarme un lugar cerca del Hombre Grande, cerca de la tierrita donde yo quería, que la tortilla se les dio vuelta y ahora yo soy la que lleva la voz y yo escojo los tonos, y que si era cierto que tenía buen sabor, el trago de aquel jarabe que ella repartía cuando decía que a todo justo le llega su hora.

4 comentarios:

Unknown dijo...

esos jarabes......muy bueno!

Addendum Stone dijo...

Muy divertido como siempre tu post!

Saludos!

analu dijo...

siempre me pierdo en sus posts :( eso nunca cambiará

maya dijo...

Jarabes como tragos de mesa... mmm... lo intentare durante el próximo resfriado... ;)