sábado, julio 22, 2006

El vaso de agua fresca

Tripaseca llega a eso de la hora del almuerzo. Mientras espera a que el Cuajinais termine su negocio, pasa a la cocina a servirse un vaso de agua (al fin y al cabo como lo dice su nombre, él tiene la tripa seca y debe humedecerla un par de veces al día).

-¿Cómo están? ¿Aquí siempre hace tanto calor???
-No. Aquí nunca está así. Ayer llovieron sapos y culebras.

(esto lo respondió con un dejo de molestia aquel que ya se aburre de estas conversaciones huecas que hablan del clima por hablar de algo y de paso aprovechan la mala reputación del clima de la zona para hacer sus notables ‘observaciones’).

Es nuevo, está nerviosillo y seguro quiere dar la impresión de que es un chico muy cool y muy fresco que no tiene nada que ver con un tal Tripaseca y su reputación. Un bohemio saludable que en mediodías calurosos se sirve un vaso de agua para hidratarse la barriguita. Entonces quiere sacar un vaso de cartón de los que se guardan para cuando llegan las multitudes de sedientos…hasta que alguien le avisa:

-En los estantes del mueble hay vasos de vidrio para servirse agua.
-Ah pero seguro son de alguien.
-Si… son de todos. Propiedad colectiva le dicen… O sea, que son de todos pero no tienen dueño. Entonces cualquiera los puede usar y lavarlos después.
-Si vea, ahí en el fregadero acabo de poner uno recién lavado. Puede agarrar ese si le da pereza abrir el estante.
-Ahhhhh… y yo iba coger un de cartón…. Eehhh….mmm… bueno ya cogí este, ¡gracias!

Coloca el vaso como él que lo ha hecho mil veces, levanta la manija roja y espera. Alguien a quien no se le escapa una, y que le observa desde el otro lado de la cocina le dice:

-Eh, ¡Tripaseca! ¡Esa es la manija del agua caliente!!!

Los tres comensales ríen bien quedito por dentro, para que no se ponga más nervioso… ¡no sabían que un Tripaseca se saca el calor con agua caliente!

Y aquel inmediatamente quita el vaso, cierra la llave y abre la del agua fría, viéndose observado y descubierto en su pequeña bobada… la primera en este nuevo lugar, se justifica como los niños que no aceptan perder:

-Ah no… es que de este otro lado sale muy fría… entonces yo las combino… ¡y hago agua menos fría!!

Y a ellos tres se les mira un ¡Eureka! muy cuadrado en los ojos, que no dejan de sorprenderse con esta nueva elección de los que dicen saberlo y poderlo todo…




Esta historia está patrocinada por el venerable ingenio del Buen Hermano Pablo, quien no por humilde y sencillo pierde la malicia indígena. A quien suscribe la Humiabuela no la dejaba ver ni el Chavo ni Chapulín Colorado. A ella que le costó tanto estudiar y formarse, aquello le parecía el acabose de una idiotez que podía ser contagiosa, y montaba en furia si descubría que alguno de sus nietitos aprovechaba sus descuidos o sus ausencias para encender el tele a ESA hora y en ESE canal… Cuando hablaron del Cuajinais, el Tripaseca y el Peterete, hubo que pedir explicaciones que generacionalmente pueden ser vistas como algo inexplicable (se entiende ahora porqué cuando quiero decir ‘que no panda el cúnico’ lo digo bien y me paseo en todo...)

3 comentarios:

Edmundo Dantés dijo...

Divertidisimo. Saludos!

Sirena dijo...

¡No ver el Chavo es toda una pérdida! Por "suerte" te pusieron al ladito algunos personajes...

Vania B. dijo...

El Chavo y el Chapulín... parte de nuestra cultura latinoamericana ochentera no? a pesar de que hasta ahora los niños lo siguen viendo. Nunca pasará de moda.