miércoles, julio 26, 2006

Cambio promesa de ámbar por una semana más antes de los próximos 365 días



Las vacaciones no alcanzaron… tanto que hablé, y al final pasé tan ocupada, tan entretenida y tan feliz que cuando me di cuenta ya era domingo y al día siguiente ya no había más de lo mismo. A pesar del pánico que les tenía no hay quejas de ellas (salvo que no alcanzaron). Me reí hasta el cansancio y me curé en salud de los 11 votos provenzales. O por lo menos me inmunicé unos cuántos días.

Hasta fui a tomar un café a la casa de Sapa de Oro. En medio de sus tenis y sus posters, sus novedades -diestra y siniestra- de silicón, dio pruebas de lealtad más amplias que las de otros personajes de mejor reputación en este blog. Me lo contó todo… y creo que de ahora en adelante ella nos cae bien (mínimo, tanto mejor). Ya no nos gusta don Limón Agrio… ya no nos gusta (nunca nos gustó pero ahora menos) La Gordis… ya no sabemos si le gustamos al Serafín (pero todo pareciera indicar que nos tiene un tema e ignoramos cuál es)… no sabemos si nos gustan los D… ya no sabemos si la Secre es de fiar. Lo más triste: ya no nos gusta La Bru, y no estamos seguros si nos gusta don Gui. Dicho por el Señor de La Ley, el solidarismo provenzal funciona solo para la plata y para las fiestas. Por lo demás cada uno jala para su saco. Las próximas 15 semanas yo soy una vaca ordeñada. Como quiero poner más energía en otros lugares, es probable que por un tiempo algunas cosas no vuelvan a aparecer por aquí…

Tantas actividades de curación para todo eso… pero igual me faltaron días. El plan para acabar con las paredes blancas y tanto minimalismo comenzó hasta que llegó ese último domingo. Faltaron tejidos, faltaron pelotas de barro, faltó gente, faltó ver el mar.

Ahora que todo se me va juntando, que todo se va viniendo encima, más falta hace para alcanzarme a mí misma la semana que no existe. Hay tanta cosa nueva que asimilar antes de que comience mañana que se me aclara en qué consiste mi deseo imposible antes de soplar el siguiente numerito… tiene 7 días extras y 168 horas…

Digo yo que me hacen falta, porque tal vez antes de empezar los próximos 365 días debería tener más claro cuál y cómo es el plan que cambió con 11 votos (o con solo 7, dicho de otro modo)… aclarar si el plan es para llegar donde los disiduendes… si el plan es para tomar en serio lo de volver a ser estudiante (y si es así dónde y en qué)… o si el plan es para abandonar sin pena ni gloria y para siempre La Provence y las almas manidas.

Digo yo, porque no me abandona la sensación de que en 3 horas y media inicia un ciclo que no parece dar mucho espacio para dar pasos en falso (y entonces tal vez ayude mucho el yoga). Un ciclo que debería abandonar temas perdidos y abrazar otros.

Digo yo que tal vez haya quien quiera hacer el negocio chueco de llevarse lejos muy lejos una promesa de ámbar que me saluda desde el desorden de mis pulseras, hueca como una pelota, muerta antes de cumplir un año, presumida marca de un año diz que alucinante, y darme 7 días extras y gratuitos, llenos de cosas para reír, para curar, y tal vez para responder un par de preguntas importantes.

Digo yo... que esto no lo iba a escribir con agua, y que se supone que estoy bien, y hasta contenta... Que llego con la lengua afuera y muchos nudos en los hilos. Y que por eso quiero que de algún lado, a la medianoche, se aparezcan 7 días más antes de que comiencen a felicitarme por esta nueva vuelta alrededor del Sol.


domingo, julio 23, 2006

Postmoderno y felino favor (o para Mamá de Simona)

Querida Mamá Sirenita:

¿Cómo te fue allá en aquel Puerto donde tuviste que ir por unos días? Se te veía una cara antes de irme… Espero que ya se te hayan quitado los dolores. Yo estoy bien, te escribo para que no estés triste allá en tu cuevita submarina. Espero que estén todos bien, no te lo niego, les extraño muchísimo (a todos menos a la Gata Ñata esa… es una fea y como siempre dijeron ellas:’No nos gusta’).

No quisiera que te preocupes por mí, te lo prometo que voy a estar bien y me cuidaré lo mejor posible. Te recuerdo que nosotros los gatitos tenemos 9 vidas… y si contamos que yo tuve una antes de que me tiraran al botadero cerca de donde me recogiste y la vida submarina que he decidido abandonar pues apenas comienzo la tercera con grandes ímpetus de comerme al mundo.


Tampoco puedo decirte donde fui, ni cómo ni porqué. Porque me metería en un gran problema. Tampoco puedo decirte si voy a volver. De momento, como dijo la Tía Humo, ‘lo ignoro todo’ (o sea que no sé nada, pero lo intuyo todo). Ya que conoces y he oído que hablas bastante de la Blog-Ética imagino que entenderás que nosotros también tenemos en nuestro felino universo, códigos secretos que nos es imposible revelar a otros mamíferos por muy amigos nuestros que sean. Recuerda lo que me decía mi mamá Simona allá en mi pueblo:
"Curiosity killed the cat but satisfaction brought him back"

Lo que si te repito, es que estoy bien donde estoy. He caído de cuatro patas una vez más y no me he roto ningún huesito. Tampoco creas que desprecio el lugar donde estás. Nunca dejaría de deslumbrarme todo el glamour y las creaturas habitantes y visitantes de tu vecindario. Lo recordaré siempre con cariño, con ese nombre pomposo que le tiene el Tío Cianuro… L.D.P. Hight’s. De veras, no ha sido nada personal… ni siquiera ese despiste de haberme confundido con un niñooo, ponerme nombre de niño y no ver lo evidente hasta semanas después. Con la única que si es personal, es con la Ñata… pero ya va a ver que quien ríe de último ríe mejor.

Más bien, te debo las gracias por hacerme una mujer… una hembra cosmopolita. Cuando todo iba a ser desgracia para mí, me enseñaste que el mundo puede ser más grande que La Cruz, que el mundo tiene muchos mares y que la vida alcanza para visitar miradores y balcones maravillosos con vista a todos esos océanos. Me enseñaste las reglas de la vida en sociedad, me diste comida de bolitas que tantísimo sí mucho mucho nos gusta, y aunque, no te miento, por ahora no extraño hacer chis allá en mi fuchi, estos meses han sido muy importantes para mí...

Ojalá perdones todas mis travesuras y las cosas que te rompí y desarmé… en mi defensa solo puedo decir que fue sin querer queriendo…


Por favor dile a la Tía Humo que llevo sus palabras presentes, que no he olvidado todas estas conversaciones sobre mi coso, el coso de otros, los cositos que nos salen por debajo de la barriga cuando jugamos demasiado con un coso y una cosa… pronto lo resolveré para que no se diga de mí que no soy astuta y que no puse de mi parte en cuestiones de control de natalidad.


Dale todos mis cariñitos a nuestros amigos, los del Comando Marañón, los discípulos, a tu santero personal, a la O.Y.A. Prometo que voy a recordar todo lo bueno (y alguito de lo malo también es bueno) que me enseñaron.


Me despido haciéndote mucha maraca… de esa que me sonaba y me purruteaba por dentro cada vez que estaba rebosante de felicidad, de pelos y de cariños.
Que estés tranquila, y que nunca nunca dejes de practicar el gatismo confeso. Necesitamos más gente así,



Tu -ya no tan- Pequeña Simona



pd: hay otra cartita, esa te la mandé al último bosque con el cartero que siempre ha sido nuestro amigo...


sábado, julio 22, 2006

El vaso de agua fresca

Tripaseca llega a eso de la hora del almuerzo. Mientras espera a que el Cuajinais termine su negocio, pasa a la cocina a servirse un vaso de agua (al fin y al cabo como lo dice su nombre, él tiene la tripa seca y debe humedecerla un par de veces al día).

-¿Cómo están? ¿Aquí siempre hace tanto calor???
-No. Aquí nunca está así. Ayer llovieron sapos y culebras.

(esto lo respondió con un dejo de molestia aquel que ya se aburre de estas conversaciones huecas que hablan del clima por hablar de algo y de paso aprovechan la mala reputación del clima de la zona para hacer sus notables ‘observaciones’).

Es nuevo, está nerviosillo y seguro quiere dar la impresión de que es un chico muy cool y muy fresco que no tiene nada que ver con un tal Tripaseca y su reputación. Un bohemio saludable que en mediodías calurosos se sirve un vaso de agua para hidratarse la barriguita. Entonces quiere sacar un vaso de cartón de los que se guardan para cuando llegan las multitudes de sedientos…hasta que alguien le avisa:

-En los estantes del mueble hay vasos de vidrio para servirse agua.
-Ah pero seguro son de alguien.
-Si… son de todos. Propiedad colectiva le dicen… O sea, que son de todos pero no tienen dueño. Entonces cualquiera los puede usar y lavarlos después.
-Si vea, ahí en el fregadero acabo de poner uno recién lavado. Puede agarrar ese si le da pereza abrir el estante.
-Ahhhhh… y yo iba coger un de cartón…. Eehhh….mmm… bueno ya cogí este, ¡gracias!

Coloca el vaso como él que lo ha hecho mil veces, levanta la manija roja y espera. Alguien a quien no se le escapa una, y que le observa desde el otro lado de la cocina le dice:

-Eh, ¡Tripaseca! ¡Esa es la manija del agua caliente!!!

Los tres comensales ríen bien quedito por dentro, para que no se ponga más nervioso… ¡no sabían que un Tripaseca se saca el calor con agua caliente!

Y aquel inmediatamente quita el vaso, cierra la llave y abre la del agua fría, viéndose observado y descubierto en su pequeña bobada… la primera en este nuevo lugar, se justifica como los niños que no aceptan perder:

-Ah no… es que de este otro lado sale muy fría… entonces yo las combino… ¡y hago agua menos fría!!

Y a ellos tres se les mira un ¡Eureka! muy cuadrado en los ojos, que no dejan de sorprenderse con esta nueva elección de los que dicen saberlo y poderlo todo…




Esta historia está patrocinada por el venerable ingenio del Buen Hermano Pablo, quien no por humilde y sencillo pierde la malicia indígena. A quien suscribe la Humiabuela no la dejaba ver ni el Chavo ni Chapulín Colorado. A ella que le costó tanto estudiar y formarse, aquello le parecía el acabose de una idiotez que podía ser contagiosa, y montaba en furia si descubría que alguno de sus nietitos aprovechaba sus descuidos o sus ausencias para encender el tele a ESA hora y en ESE canal… Cuando hablaron del Cuajinais, el Tripaseca y el Peterete, hubo que pedir explicaciones que generacionalmente pueden ser vistas como algo inexplicable (se entiende ahora porqué cuando quiero decir ‘que no panda el cúnico’ lo digo bien y me paseo en todo...)

martes, julio 11, 2006

Yo ya sé (del desamor en los tiempos del VIH)



¿Por dónde se empieza a escribir un post de orígenes oscuros???

¿Diciendo que hay momentos en los que se agradece vivir en un país tan chico… tan chico como que pueblo chico, infierno grande… o lo que es lo mismo… en donde no hay nada oculto bajo el sol?? Sin saber si digo que es una dicha o una gran lata, mejor les digo la verdad: este post se lo debemos a la mala reputación de Lord Voldemort, "thy who shall not be named" y a los paladares de lengua viperina y atinada que me la trajeron con el tiempo.

Fue mi amiga con cola de pescado la que me habló de esta iniciativa y desde que me contó pensé que sí. Que yo me apunto. Que yo escribo este post aunque no sepa muy bien como hacerlo. Porque bonita o fea la historia que haya detrás, es COOL saber.

Y



Porque me llegó un día de abril, en el que ya no quise saber más que esto:



Porque ya para qué… Ya para qué saber otra cosa más. Me cogí todo el paquete que me ofreció el Innombrable… incluyendo la pintura de un pasado que no pasó como me lo dijo, sino como se dibujó cuando accidentalmente se contrastaban sus copias por aquí y por allá.

Digamos que previamente yo podía confiar en la salud y el pasado sexual de mis parejas sin otra garantía que la palabra y su –supuesta- sensatez para conducirse como personas honestas. Ya no va a ser así con quien que siga. Aunque duela tanto lo que hay detrás de este otro paso hacia las responsabilidades de la vida adulta, consecuente hasta los calzones con lo que creo, quizás debería estar agradecida y hasta alegre por haber perdido, al fin, esa candidez. En estos tiempos de amor, des-amor y VIH; tener la certeza trae mucha paz al cuerpo en que se habita.


En mi caso, para que se rían mientras toman el impulso y para ilustrar qué tanto más complicado que mi yo consciente es mi inconsciente, les cuento de otras consecuencias que tiene esto de la prueba de SIDA. El Comando Marañón tiene permiso para comenzar a reírse en pleno, porque ya saben los enredos que soy capaz de hacer con lo que en una mujer ‘normal’ sería un sueño erótico: como detenerlo todo para consultar con la almohada (en un sueño en el que ya de por sí se supone que estoy dormida y descansando) si me interesa o no tener sexo con un individuo ansioso y horny a la par (como si no me bastara saber que la posibilidad de tenerlo mientras estoy despierta es por ahora bastante poca). También ha ocurrido que detengo un sueño erótico porque las condiciones no me garantizan evitar un embarazo no deseado o porque hacerlo con un desconocido no es seguro (alguien que le explique a mi inconsciente que en los sueños todo es una ilusión). Siendo así, no dudo que ahora vaya a detener estos sueños cuando al individuo ansioso y horny de turno le pregunte antes de ejecutar el asunto que si de casualidad andará por ahí entre la billetera una prueba reciente de VIH (fechada como ese mismo día para ser específica).
Porque eso es lo que ocurre. No solo es el trabajo que me vaya a tomar volver a confiar en alguien para una relación de pareja. No solo es el tema de que probablemente no sé coquetear… y mucho menos elegir hombres con buena puntería, cuando de por sí transito en un ambiente donde no veo posibilidades de elegir alguno. Es saber que luego de ésta, no sé si podría hacer algo si no me respetan mi derecho a pedir ese examen. Ya habrá algún valiente que entienda lo que esto me importa y que lo traiga sin chistar.

Y ahora, que ya yo sé - VIH, les pregunto a uds, a los que vienen a leerme desde sus blogs, a los conocidos de antes, a los conocidos posmodernos, a los desconocidos, a los conocidos-desconocidos que nos leen sin decirnos, dejen de lado la candidez; porque esto no se trata de material ‘literario’ para una página de mi querido diario:


¿UDS. LO SABEN?



PD:
Si no lo saben, ¿qué están esperando para saberlo? ¿Qué si en julio del 2006 D.C. todavía se vale ser irresponsable y cobarde? Sí, claro que sí. Si es de lo más fácil y de lo más cómodo. Al fin y al cabo, durante milenios esa ha sido la regla de nuestra humanidad: obviar las responsabilidades olímpicamente. ¿Qué clase de presente construimos y ni hablar de la clase de futuro se nos viene encima si nos ponemos negligentes tratándose de nuestros cuerpos que, nos gusten o no, necesitamos para vivir esta vida en este mundo? Ayuda muchísimo saberse habitante de un cuerpo saludable. De igual manera ayuda saber cuándo el cuerpo tiene algo anómalo, porque quien lo sabe, puede tomar la decisión de hacer algo, lo que se necesite y lo que sea posible para recuperar el balance. O de no hacer nada. Pero el que no sabe, es como el que no ve.

Y si ya lo saben, dice Sikanda que lo PRESUMAN, y digo yo que presuman de no ser un nombre más en la lista de hombres y mujeres peleles y pusilánimes, que ya de por sí es larga y antigua. Presuman si de verdad tienen el espíritu de una estirpe valiente: "Presuman de manera fastidiosa a todos los que conocen de que UDS YA LO SABEN. No sólo bloggers, háganlo en casa, en el trabajo, en el supermercado si quieren ser realmente fastidiosos. La petición es: PRESUMAN!"



martes, julio 04, 2006

Yuyo Sapiens en Rosa



Una mañana de octubre del 2003 mi amiga Iridiscente llegó tarde a clases. Lo tremendo no era que llegara tarde. Era la cara de la sospecha que se cierne encima de uno como una nube cargada de lluvia, de esas que persiguen a cualquiera por todo el barrio. Eran los ojos, siempre iridiscentes, pero cuadrados que llevaba ese día. Con la misma cara de terror, en medio de los apuntes y los cuadros de Frida, de Fernando De Szyzlo y el Taller del Sur me dijo que ipsofactamente después de la clase iba donde el doctor… porque ese ‘resfriado’ que se traía desde hace una semana la estaba matando. Sin haber llegado al consultorio ya sabía que la primera receta iba a decir con letra muy legible: Prueba de embarazo.

Llevaba casi un año de andarnos ‘asustando’ regularmente. Su método de planificación usual había caducado y el desbarajuste hormonal era tan grande que junto a su esposo decidió regresar a los días del condón. Con dos hijos adolescentes ya grandes y a cinco años de verlos a ambos en la U, tenían claro que la solidez de su fabriquita de Sapiens Sapiens tenía por único interés mantener actualizados los procedimientos recreativos y kamasútricos pero no la producción. Finalmente ella se podía dedicar cada vez más a estudiar y ejercer lo que siempre había querido, veía como su vida se iba independizando de las demandas de ser madre de niños pequeños y de los días en tacones llenos de trabajo y papeles de oficina. Se llenaba de ilusión contando las poquitas materias que le faltaban, haciendo planes para hacer el TCU de San Vito en vacaciones y disfrutar la oportunidad de escapar de San José por 3 semanas. El ansiado título de bachillerato universitario se veía tan cerca que casi lo sentía en las manos, lo mismo que las pelotas de arcilla que iba convirtiendo en animales llenos de luz.

Su esposo, dueño de un temperamento envidiable, que le baila la payasa al estrés de tener un negocio propio en el competitivo mundo del diseño gráfico, no satisfecho en sus necesidades de colaboración comunitaria había decidido completar su agenda involucrándose en la política. Comprometido con la propuesta del partido, se apuntó a ser regidor. Y una vez electo no le mermó ni a las obligaciones políticas, ni al compromiso de mantener la economía del hogar, ni a su papel de hombre de familia… y así fuera que para hacer todo eso tuviera que trabajar hasta muy tarde, con toda la energía que tiene, pues tampoco le iba a mermar a las labores conyugales. Un hombre muy cumplidor. Salvo en el detalle de aquella agenda tan llena: se le fueron pasando los meses esperando una alineación astral que le dejara un campito para irse a operar y dejarse de vainas con los condones.

Mientras tanto Iridiscente llegaba unos días con cara de susto y salpullido, con que no le bajaba y que no sabía si era el reacomodo hormonal… o algo más (alguien, para ser exactos). Otro día ya con los ojos en paz contaba que ya… pero que cuando le había confesado al maridín la sospecha… pues él le había confesado el secretito bien guardadito de que un día de tantos en medio de la pasión un error de procedimiento le hizo ver que había un agujerito travieso por ahí… Y como a lo hecho pecho y ya no podía hacer nada más que esperar, él calladito más bonito se estaba esperando aquella confesión tan sospechosa.

Y aquella tensión constante, con el alivio de ver como se acercaba diciembre cuando de fijo había unos días libres para arreglar las preocupaciones. Y aquel ‘¡opérate hombre!’ que uno le dirigía con la mirada cuando alcanzaba a verlo en medio de aquel corre corre.

Para la tarde de ese mismo día de octubre, aquella prueba de embarazo había dado positivísimo. A la que iba a ser mamá por tercera vez, a duras penas le salía la voz para confesar que la causa de aquel ‘resfrío’ tan temible que la tenía agotada se llamaba espermatozoide. No puedo describir el tamaño ni cuántos días le duró el shock de saber que aquellos planes que se veían tan claros había que modificarlos por la testarudez del nuevo Sapiens Sapiens que le crecía en la panza. Las caras de angustia al saberse una vez más mujer-vaca-lechera que durante los primeros meses existe para alimentar a la nueva creatura. Como no sé lo que es eso me quedé sin saber que decir. Hablábamos por horas mientras trabajábamos para una profesora en un proyecto de 4 esculturas muy grandotas para un hotel muy muy fancy en Guanacaste por el que estaba cobrando una tontería que se le fue en nuestros salarios de ayudantes de artista y los materiales.

Lo único que atiné a decir para medio animar aquello, era algo así como que por alguna razón imposible explicar ese Sapiens Sapiens quería nacer, existir contra viento y marea como los yuyos, así estuviera el mundo tan chueco y feo como está. Que era tan necio ese Sapiens Sapiens, que llevaba meses emperrado en que nacía sí… o sí. Tan necio que no solo se emperraba en nacer. Se emperraba en nacer concebido por ese papá y esa mamá en esa familia y no en otra.

Ayer en la tarde fui un ratito a su casa… con el pretexto de un favor de gremio y de ponernos al día en historias, terminé quedándome como 4 horas. Como siempre, aunque hacía meses que no iba. La creatura, que nació mujer (sería de ahí que le venía tanta persistencia), con dos añitos habla hasta por los codos. Yo digo que nació bombeta por todo lo tímidos y reservados que son sus hermanos mayores. Se despertó un rato después de que llegué y bajó soplada a ver quien era la tal Tía Humito que se escuchaba abajo y de la que su mamá apenas le hablaba mientras se despabilaba. Con voz de dormida pregunta que ‘¿como le va Tía Humito?’ Y con la misma voz de dormida y de cómplice legendaria dice ‘que dicha’ cuando se le contesta que muy bien. Dos minutos después ya se había recordado de Pinky y preguntaba intrigadísima porqué no la había llevado montada en el carro. Contabilizando las mascotas que conoce resulta que entre su perro Newton que la cela, Misingo el gato de los abuelos, Kirie la gata rejuntada de la tía; Pinky, la gata rejuntada de la Tía Humito es la que más le simpatiza. Se ofrece sin que le pregunten a acompañar al papá a hacer un mandadito que se inventa para darnos un rato a solas desclasificando los expedientes secretos. Pero llora a gritos cuando la montan al carro, como buena bombeta le encanta la calle, pero le sabe mejor si la llevan en bus. Regresa haciendo el reportaje periodístico de quiénes estaban, a quién no vio porque ya dormía igual que el perro y cuántos juguetes habían.

Si preguntan quien es la más linda de la casa no grita yo… grita más… porque ella es la más más de los más más. Cuando digo que ya me voy mientras su mamá se va a poner un suéter me ignora, me extiende la mano y me hace subir para enseñarme sus juguetes: los ‘ila pipol’ en tren, un 'te-tuby' que le prestó la vecina y una canasta con pelotas que todavía no sabe apañar. Cuando le repito que me tengo que ir se va a buscar un libro de cuentos de ‘vini pu’ y me lo lee. Y como sabe que la estrategia de ser buena anfitriona es infalible se va a buscar los trastos para traerme té con huevo duro y bananos. Iridiscente se ríe y cuenta que es la primera vez que tuvo que comprar trastos de juguete porque la niña se los pidió. A la hija y el hijo grandes nunca les emocionó ese juego de cocina y las labores del hogar. Dice que como buena brujilla tampoco le merma a la escoba y que le parece el colmo tener que comprarle una de su tamaño para que no se mal mate con la de gente grande. Está claro que ella vino al mundo a pasarla bien y que se apunta a todo lo que pueda convertirse en diversión. Al rato la pequeña se pone celosa y lleva más cuentos cuando la mamá aprovecha un despistín para enseñarme las herencias de antigüedades y el aparato de radio tan rechuzo y tan ‘digital’ que se compraron los abuelos por la fortuna de 600 colones en 1950.

Deberían haber más días así. Que me resbale todo como a las babosas que me visitan. Que venga la Provence Pipol a decirme en mi cara que la verdad es que me hicieron una zancadilla no porque yo sea una inútil incompetente, si no porque les caigo gorda y no me quieren, porque no socializo con ellos y porque ignoran mucho, o todo de mi vida personal. Podrán venir a decirme misa… total que para esa actuación de la misa son muy buenos. Sus once votos no valen nada puestos en la balanza de esa pequeña valiente que se atrevió a cambiarle los proyectos a toda su familia. Vestida de rosa hasta los calzones, necia y persistente; me ve muy poco, pero me quiere los ratitos que estoy cerca y pone ojos de ternerito a medio morir cuando me llevan a la puerta.

Que se entretengan con sus intrigas y su interés hipócrita en mi persona. Hay una niñita de dos años, a la que sus papás le dicen maliciosamente Yuyo Sapiens, que me regala y me llora toda la honestidad de sus lágrimas de cocodrilo cuando me voy de su casa. Que se calma cuando le prometo invitarla para que llegue a jugar con Pinky y que me promete llamarme para jugar con el juguete que le regalen cuando dentro de poco, durante varios días avise para ir al baño a hacer caquita. Que tira un beso lleno de miaus para mi gata y mira mis ojos cómplices con sus ojos yuyos, recordándome que nos conocemos desde aquellos días en que ella era tan solo la primer sospecha.