viernes, abril 21, 2006

Las aventuras de Tragique et Pathetique en Jacó, o la llave #12

La barroca versión de Tragique según los hechos narrados a Humo, aprendiz de periodista de este blog.

Fue un domingo allá en junio del 2003… en una de las rachas gachas ya superadas. El sábado por la tarde había hablado por teléfono con Pathetique:

-Mae estoy harta, nada avanza… la pega ruls…

Me refería no solo a aquel atolladero en que se había convertido la relación con el Vikingo, sino también a la parte profesional. La tesis llevaba los mismos 6 meses sin ningún progreso en el borrador y ya era hora de decidir si seguíamos con aquel proyecto a dúo o si con toda la vergüenza del mundo abortábamos la misión y notificábamos al Hospital de Niños.

-Vámonos a la playa…

Entonces, iniciando la tradición de varios paseos, me autoproclamé la choferesa de la fenecida Agencia de Viajes el Difícil Retorno

-¡Genial! Vámonos mañana, cruce los dedos y hágale la danza al sol para que haga bonito clima, salimos temprano, nos llevamos unos fresquillos, pasamos al super, lagartijeamos, y ya de regreso en la tarde comemos algo y tempranín estamos en camino de vuelta.’

Y así fue. Mientras Dios allá en los cielos se daba su descanso dominical, ellas dos se fueron a Jacó.

Se me olvidó el paño de la emoción, pasamos al Más x Menos y compré uno que costó 900 colones… por esa fortuna se imaginarán que el paño dejó muy pronto de protagonizar paseos improvisados, se desintegró a la cuarta lavada y terminó sus días trapeando pisos. Hecho el shopping nos fuimos a dar una buena asoleada en Playa Hermosa, y hasta nos dormimos. Para cuando nos dimos cuenta ya se veía una nubecita distante, coqueteando con nuestro feliz y dichoso regreso.

Recogimos los 4 chunches y los pellejos tostados. Como no había prisa paramos a tomarnos unas fotitos en el mirador… quedamos divinísimas!

No solo tomamos la foto pola obligatoria, sino que hicimos el tour de siempre por las tienditas: vinear que hay de nuevo con la ropa teñida de Guacamole, ver tiliches… ver más tiliches... Cuando ya no era posible postergarlo más, echarle algo a la tripa: una pescado entero frito, otra camarones.'

Llegó el no deseado pero inminente momento de partir antes que fuera demasiado tarde. Peeeeeero… como hablamos de Tragique et Pathetique, no podía ser tan exitosa toda la aventura… ya era demasiado tarde.

'Apenas saliendo de Jacó comenzó esta garubita… eeeeehhh es solo por aquí, no es que vaya a caernos el diluvio… bueno si esta fuertecito… ok… esto amerita escobillas en mínima velocidad… ok ok en regular… Antes de Punta Leona ya íbamos en máxima velocidad porque la cantidad de agua daba para diluvio… Eso hasta que el nórdico arreglo provisional cedió a las presiones de la Ley de Murphy. Y nos quedamos sin escobillas.

Ya había advertido el Vikingo juicioso: ‘Esto te lo arreglo temporalmente, ocupo una llave # 12… pero tenés que acordarte de llevarlo a que te lo pongan bien y encargarte de conseguir el repuesto antes de que te agarre el invierno y te pase algo por descuidar esto… ‘ Como para ese entonces ya había corrido tanta agua que lo oía como oír llover, ¿qué creen? Ejem… pasaron las semanas y el arreglo provisional se fue quedando.’

Y quedó… a 1 km de Punta Leona, con dos mujeres indefensas e inútiles en desgracia: Tragique et Pathetique, la morena y la rubia en medio aguacero, con la tapa del motor de un carrito turquesa abierta, ‘tapándose’ con una ridícula y minúscula sombrilla morada, ni una rayita de señal los celulares, una con un vestido blanco largo y traslúcido, otra con una petit falda de flores fucsias y pintorescas. Se pensaría que en esta situación no faltaría un galán, un pendejo, o quizás algún caballero considerado que parara a socorrer al par de brutas que ocupan este relato, fuera por coqueto, por hacer puntos con el karma, por interesado, por abusador, por fantasías perversas … pero no!!!! ¡La vida te da sorpresas sorpresas te da la vida!!!: ‘Frenó el tipo de la grúa preguntando si ocupábamos un servicio… y cuando oyó que yo quería una llave #12 para arreglar el problema metió la pata en el acelerador y siguió su camino. El muy ingrato.’

El aguacero decidió bajar un poco la intensidad, entonces ya mojadas, de vuelta en el carro trataron de avanzar otro tanto sin escobillas y con las luces de ‘emergencia’ encendidas. Un deséxito… Tragique había decidido que este era un paseo de anteojos… con los lentes de contacto en la casa estaba como raro sacar la cabeza para ‘ver’ el camino en pleno diluvio. Ni medio pueblucho cerca.

‘En ese momento, llegó la iluminación, directamente de los recuerdos de infancia de Pathetique:

-Vos sabés, ahora que me recuerdo… a mís papás les pasó esto una vez hace muuuchos años. Estando carajillas nos llevaban de camping por todo lado, en un Land Rover viejo que tenía mi papá. Tan viejo que también se le jodieron los limpiaparabrisas… La ingeniosa fue mi mamá, no el señor ingeniero (tenía que ser una mujer -como siempre- la que salva la tanda), ¿sabés que hizo mi mamá?

-¿Qué, qué hizo???

-Pará pará… acomodate en una orillita apenas podás y arreglamos esto… Y de paso yo ejercito los brazos.'

20 minutos después, con todas las esperanzas puestas en la próxima estación de gasolina y un empleado con vocación de socorrista, se desplazaba por la carretera, el mismo vehículo color turquesa, con la misma rubia y la misma morena al volante. Solo que ahora, la morena ya no tenía necesidad de sacar la cabeza para ver el camino, ni de pedirle a la rubia, ya con la cabeza adentro, que por favor le pasara un kleenex para limpiar los anteojos. Ahora, las escobillas funcionaban gracias a un mágico y surrealista procedimiento de tecnología tico-holandesa: Atadas a las escobillas de la tragicomedia, estaban las tiras de un antiguo bikini color turquesa (tenía que ser uno que hiciera juego con el color del vehículo)… su última labor en este mundo no fue la de seducir a nadie. Había costado la exclusiva suma de 3000 colones hacía muchos años, en los primeros tiempos de O. Y su destino, era morir estirado en los brazos de su dueña, quien durante 45 minutos, con un movimiento rítmico, cansado e incómodo para ambas, estiraba el brazo derecho mientras jalaba el extremo del otro lado de las tiras del bikini con el izquierdo, para luego estirar el izquierdo y jalar con el brazo derecho el otro extremo. Todo ese tiempo, dos triangulitos se desplazaban frente a sus ojos con el mismo rigor coqueto.

En la primera gasolinera que apareció en el camino, la rubia, hecho su trabajo, se dedicó a descansar sus bracitos y a jugar con los perros callejeros del lugar. La morena refunfuñona le abría la tapa al socorrista correspondiente y le explicaba con todos los tecnicismos del caso:

‘-Está desmontado el mecanismo, uno de los empaques se rompió por el desgaste y los cambios bruscos de velocidades, pero mientras se consigue el repuesto, se puede ajustar todo, siempre y cuando tenga a mano una llave #12.

-Mmmm…. Sí, tiene razón muchacha… salvo que esta tuerca se acomoda con una llave #16

(never, NEVER, jamais try to argue with Tragique during a crisis)

-¿Ud me va a decir a MÍ que soy la dueña del vehículo, solo porque soy mujer y ‘no sé’ nada de autos, con qué llave es se arregla esto? Yo no le estoy pidiendo un diagnóstico. Le estoy pidiendo una llave #12 para arreglarlo. Yo misma si es preciso.

El socorrista de la historia, trató primero con la #14… solo porque no podía dar crédito a mis palabras –o sea, por cabezón-. Finalmente aceptó que yo decía la verdad, y de pura vergüenza viril hizo otro arreglo provisional, sentenciando que ASAP había que conseguir los repuestos del caso o iba a pasarme el invierno con una copilota rubia que destrozaba vestidos de baño para mover mis limpiaparabrisas. Le dio tanta tanta pena, que cobró solo 500 colones, pero entre las dos le dimos 2000.

Demás está decir, que el regreso, previsto para las 6:30 de la tarde, con todo el atraso, ocurrió a las 10:30 de la noche. Que el arreglo ‘provisional’ quedó tan bien hecho, que no solo sobrevivió ese invierno, sino que inauguró el siguiente sin contratiempos. Y que desde entonces, aunque ya el carro fue vendido, llevo siempre en mi cartera el regalo de vigésimosexto cumpleaños que me dio Pathetique un mes después: la llave #12.'


7 comentarios:

Edmundo Dantés dijo...

Jajajajaja. En tant que toujours. C'est un plaisir d'avoir connaissance des aventures de Tragique et de son amie. J'adore votre sens de l'humour, mon chere. =)

Denise dijo...

Jajajajajajajaj, qué buenooooo, me parto de la risa!
Genial!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! La historia, claro, que me imagino que el asunto no fue gracioso en el momento!
:-)

Solentiname dijo...

Tomo nota de solución ingeniosa para situaciones difíciles y de la necesidad de andar una llave 12 en el carro.

Sirena dijo...

Hmmmm pos como que yo detecto algo istraño... te lo diré... pero no aquí.
Y bueno, yo estaba preparada para una historia de "la rubia tonta" y "la morena estúpida" pero veo que esta no era de esas.... ¡excelente historia y excelente remedio!!!!

Floriella dijo...

Tragique et Pathetic deberían escribir un anecdotario o al menos un manual de "Salidas ingeniosas para situaciones desesperadas", porque a mí JAMAS se me habría ocurrido esa forma de mantener las escobillas working.

Humo en tus ojos dijo...

M. Dantés: mua ye ne comprende pa tre bian, pero supongo que mucho merci beaucoup.

Denise:... siiii... como comprenderás es una de esas historias entrañables... de risa.

SOle: ya ves... quien quita un quite y un día de tantos sirva de algo el conocimieno chatarra salido de mi blog!!!

Sire: oui, a tua, mua ye te comprend! Pa que veas que no hay porqué estereotipar la amistá de la rubia y la morena!!!

Flo:irás conociendo todo el anecdotario de paseos a la playa (y de fiestas, salidas y contubernios) de Tragique et Pathetique... para lo que puede servir la creatividad... o la desesperación!!!

Ana dijo...

Jajajajaja... mi cara tratando de imaginarme el "mecanismo" fue genial, ya iba a pedir gráfico la próxima ves que te viera.
Sí sí, nos debés de las otras historias!!