jueves, enero 19, 2006

La persistencia de la memoria, más recapitulaciones sobre el Caribe


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El sábado advertí: Me voy a caminar. Si no he vuelto en 3 horas, me buscan. Muy a la inglesa, tardé 3 horas. Casi casi me devuelvo no más empezando... esas inoportunas ganas de hacer el #1. Decidí dejarme de varas, total que nadie pasaba por esa ruta boscosa, y se ocupa un minuto para bajar, hacer y subir (¡no,no, no hablo de un quicky!). Behind the tree. Técnica perfecta, ni un solo pringue, todo cayó donde tenía que caer. Llevaba de no hacer eso desde aquel potrero en la Chaina hace 3 años y medio, cuando desechamos la posibilidad de conocer otra de las 10 letrinas más sucias de la historia universal -a nadie se las deseo-. Alivio absoluto, pude seguir caminando feliz hasta donde consideré oportuno llegar. Que es más allá de los confines donde empiezan a aparecer las viejas topless.

Y recordé, de atrás p'adelante las veces que he ido a esta costa del país de las maravillas.

La primera vez tenía 6 años, acababa el 83, llovía a cántaros y por horas el asombro para nosotros era oír las ranas croar. ¡Guarap-guarap-guarap-guarap-guarap-guarap!! La casa era de arquitectura insólita, de madera, un jardín de safari, un cuarto abajo, cuartos arriba, ¡la cocina en el segundo piso! ¡Que casa para ser extraña! A falta de playa soleada en donde jugar, mi mamá nos entretenía, a mí, a Alejandro -mi 'novio' infantil que nunca me preguntó nada, era un amor vox populi- y Pablo -mi cuñado infantil que gozaba mortificándonos- con lo que de fijo había sido el regalo más económico de la Navidad: palillos chinos. Yours trully, por convención colectiva, solía perder. De noche, antes de dormir, mi mamá me daba clases privadas. Cuando por fin dejó de llover y nos llevaron a la playa, me impactó ver como el mar marcaba una paredcita de arena con la marea más alta. Por la siguiente hora el entetenimiento pasó a ser caminar por encima de esas enormes paredes de 30 cm de alto y aplastar con los pies lo que había hecho el agua (ignorantes de cuan poderosa es, que al día siguiente ya tenía todo igual).

Stanford's o lo que sea que le haya precedido ya existía y fue parada obligatoria. Indisoluble el recuerdo de estar ahí y el sunshine reggae. Nunca he pensado en uno sin el otro. Siendo mi época delicuitas no comí nada y el resto sí. Mi mamá -a la que jamás en la vida oí decir: mirá que hombre tan guapo- debe haber tenido ojitos de ternero a medio morir; que desde entonces, cada vez que mi papá sacó a la luz lo más ridículo de los celos de marido, increpó que se deslumbrara -así no más- por unos negritos bailando... ¡Cómo si fuera poca cosa tanto sabor en movimiento!

...Ese el último paseo con ellos. Al año siguiente los papás de Ale y Pablo se fueron a vivir a otro país. Y luego a otro. Pablo se casó y nunca volvió más que de visita. Ale vino, estudió rapidamente en la U y apenas pudo se fue. Antes de entrar a la U nos vimos una vez en Santo Domingo, a cual más adolescente e insoportable de los dos. Yo con mi vanidad herida por la varicela inoportuna. Nos vimos después en Barcelona, hace como 6 años. No se puede hacer nada contra los genes. Sin ser yo muy alta, cuando terminé de crecer lo que la naturaleza permitió, era más alta que él. Conversamos bastante, pero ninguno habló más de eso. El amor de niños se quedó en esos años.

La siguiente vez tenía como 15. Fue un invento de mi mamá para que mi linda hermanita, Sofilandia, conociera desde sus tiernos 5 añitos los sabores de la zona. Alquiló por teléfono una casa. Sin ver una sola foto. Nos perdimos. Nadie sabe cómo -solo la divina providencia-, apenas se abrió el portón y vi la casa alquilada de nuevo recordé: -Aquí estuvimos para el año nuevo del 84 con Ale, Pablo, Clara, Gerardo y María Elena. Típicos padres escépticos, me vieron con cara de 'esta soñadora hija nuestra desvaría'. Si los convencí fue porque describí la distribución de la casa por dentro. Y el problema del cuarto de abajo, que se inundaba ¿Qué creen? Llovió y... oh... sorpresa... se inundó la habitación. Al segundo día a mi mamá le llegó un corrientazo de memoria. Se acordó de todo cuando se apropió de la cocina. Mi papá, con su memoria selectiva se acordó solo del episodio de Stanford...

En los primeros años de la U fui un par de veces a Playa Bonita con Mari y Pastelito, teníamos una compañera de la carrera que vivía ahí, frente al mar. Tratando de entender, yo le pregunté todas las veces que fuimos: -¿Azul, cómo hacés para dejar el mar frente a tu casa y cambiar todo este paraíso por San Pedro, por esa carrera tan llena de paranoia? (aclaro que empecé estudiando por complacencia una profesión que no logró convencerme). La respuesta de Azul nunca la entendí...

Pastelito y yo terminamos involucradas con las artes. Mari sí se mantuvo y por eso no pudo acompañarnos la vez siguiente. Azul acababa de tener a su hija Celeste, así que para no molestar, y por los motivos fotográficos de la gira, nos quedamos en Puerto Viejo con Gaby. Ese fin de semana las instruí un poco en humos y olores conocidos y reconocidos: que saliéramos del lugar un ratito, que tenía calor, sofoco, necesidad de aire. Danzantes alegres me dicen:

-Ay no Humo, nos queremos quedar. Todo está bien. Vaya y se compra algo de tomar para que se refresque. La invito.
-Que nooo, necesito salir un rato. ¡Acompáñenme! - mirada retorcida.
-¡Ay vea! Tan divino, sentémonos ahí, a la par de alguna de esas fogatas.
-Mmmm... no mejor no.... Bueno si quieren... pero... es que hay mucho humo, mejor donde haya más brisa- me inquieta no saber en que cancha están.
-Humo, ¿le pasa algo, vio a Julio, se siente bien? Si necesita ya sabe que puede llorar con nosotras.
-A uds, ¿no les llega el olor?
-A mí no me huele a nada ¿Qué olor?- pelan los ojos y yo pienso, nada, nada como el pollito.
-Diay, a mota.
-¿A quéééé? -Silencio- ¡aaaaaahhhhhhhhhhhhh! a ...
-Sí, exactamente eso!
-Peeeero, y ud... ¿Cómo hizo para saber cómo huele? Si aquí no huele a nada.
Socorro pienso yo. Lo que es la inocencia de ser bueno y no saber. Aquí y a 100 metros a la redonda huele.
-Bueno niñas, pues ese es el olor. Así huele. Punto. Vea en las fogatitas, no son inventos míos. Si quieren saber más, pues indaguen más.
-Mmmmm ¿uno puede ser fumadora pasiva de eso? A mí seguro que me caería bien. Se alegra uno, se quita el estrés, y de paso lo tímida.

Desconozco si algún día la curiosidad dejó de ser pasiva.

El siguiente recuerdo es breve y ominoso. Tour de reconocimiento con el más abominable y egocéntrico pelotudo de todos.

Next: el Vikingo me introduce a la familia. Glup. Unkel y señora. Ella, hija de oligarcas centroamericanos me mira de pies a cabeza, como si tanta mujer aquí metida le pareciera poca cosa para su sobrinito protegido. Jaaaaa! Como si fuera la ganga saberle sus lancecitos con el señor candidato del botox. Vieja bruja, tanto mate para que al final dejaran de hablarse... Hubo que rectificar este viaje. Volvimos a hospedarnos por aparte, entretenidos en luna nueva, haciendo piruetas en una hamaca. Luego se volvió el primer tema de conflicto, porque si yo quería ir, primero que no era de la familia, y segundo que no hablo ninguna lengua vikinga -a duras penas Deutsch- para ahorrarles la molestia de hablar en castizo.

Eso fue hace más de 3 años. Y me gustó volver. Como siempre.

Aunque los tiempos del Sunshine Reggae hayan sido trastocados (trasquilados) por el reggaetón.

7 comentarios:

Jules dijo...

refrescante anécdota limonense.. cómo me gustaría tener un historial de playa .... aunque también tengo una amiga con casa frente al mar limonense y con una hija llamada celeste. Pero no es azul, es más bien color Tamarindo.

Ana dijo...

No importa Humo, siempre estaremos los que somos fieles a Sunshine Reggae (desde que la empezé a oír costo dejar de lado el recuerdo de esa canción de fondo frente a la playa de Cahuita en un día soleado bajo los anonos, me antojaste de escribir un post acerca de eso).
Espero que esa lista de anécdotas crezca, y mucho, y nos sigás deleitando con tu forma de contarlas.

Humo en tus ojos dijo...

jaja Medea, ¡va y es la misma! Wonderland es un lugar pequeño después de todo...
Ana: toda fidelidad tarde o temprano será gratificada, adelante con tu post!

Solentiname dijo...

Humo, me he reído tanto con el cuento de la mota... y tenés razón, no es poca cosa ver a esos negrotes (negritos cuando tienen 3 añitos y son lo más tiernos del mundo) casi sin moverse con todo el saborrrr del mundo. Y ahora moviéndose... a tu mami, con todo el respeto, le debe haber salido humo...

Edmundo Dantés dijo...

De playa yo tengo muy gratos recuerdos de cuando era pequeño.

Viviamos en una ciudad algo alejada del mar, por lo tanto también, en vacaciones, viajabamos a pasar el verano a cierto puerto turístico en mi país.

Y como la vida va dando tumbos, precisamente es este el lugar donde vivo y desde donde escribo...

Así que en cada oportunidad de ir a la playa, es una también para visitar un mar de recuerdos de niñez.

Saludos!

(PD: ya no me regañe su merced.. :-D )

Humo en tus ojos dijo...

jaja Sole, el episodio de la mota es realmente memorable... yo que siempre he sido una mujer bastante sana, sin vicios, que se alimenta bien, que hace yoga, me veo en esos predicamentos de tener que instruir a los inocentes en materia de la que solo domino el olor. Y encima quedo increpada porque se reconocerlo :S jaja
A mi mamá yo creo que no era exactamente humo lo que le salía, sino los ojos! Ella tan buena hija de la Provence, jamás había visto nada parecido.

Monte: Que vivan los tumbos y los retumbos que tanto bien le hacen al corazón! Insisto, espero post!

Anónimo dijo...

Es fasinante asomarse a los recuerdos de otros que de algun modo estan ligados a los propios lo que me recuerda los 6 grados de separacion.